domingo, 18 de julio de 2010

Eres

Eres como la primavera
cuando te muestras como eres ante mi,
sin secretos, libre de trampas,
y yo, alegre infante,
solo sé buscar flores en tus labios.

Llegas a mis brazos
siempre cálida como el verano.
Eres sol, luz y calor.
Eres mezcla de sal y agua
que baña estas orillas, mar de pasión.

Eres como aquel viento frío
que anuncia las hojas del otoño.
Te introduces entre mis huesos
y me calas el alma con palabras que golpean
con sus tormentas mis ventanas.

Soy como el invierno,
sufriendo las heladas de tu ausencia,
sepultando el recuerdo bajo la nieve,
esperando que tu primavera, cuerpo de mujer,
reverdezca en flores los arboles de mi pradera.

jueves, 15 de julio de 2010

Versos de noche lluviosa

Canta la lluvia el suave delirio,
desnudando el sueño, eterno cuento.
Llama a mi puerta la tormenta,
me refugio en el recuerdo.
¿Cuántos besos nos ha quitado el tiempo?
¿Cuántos desvelos nos apartan de nuestros deseos?
¿Qué necesita decirnos el viento para atar nuestros cuerpos,
prisión de anhelos?
Que mis manos hablen, con mis dedos,
recorriendo tu cuerpo, buscando consuelo,
levantándonos del suelo.
Que revelen tus ojos, trémula voz de paloma,
aquello que tras el silencio escondes.
Que pronuncien olvidados versos,
escritos hace tiempo.
Que midan en un breve parpadeo
el momento de posarse, con tus brazos en mi cuello,
en el firmamento de mis pensamientos.

miércoles, 14 de julio de 2010

Sones de un recuerdo.

En lo nublado del cielo
espero que salga tu estrella.
Entre nubes pintadas de carmín sangrante
asoma la luna,
acusando nostalgia en su mirada,
ojos de un son
escrito en el pentagrama de tu ausencia,
décimas lagrimeantes
que reclaman tu perfumado aliento,
viento que mueve las olas
en el mar de mi ansiedad.
¡Cuánto dieran estos labios por recorrer tu piel!
Aspirando cada palabra
susurrada en dulce invitación,
mordiendo tus rincones,
bebiendo de tus más profundos secretos,
misterio que revelas con cada beso.
"Acabadme de querer, si me tienes voluntad."

sábado, 1 de mayo de 2010

1 de mayo. 12:48 a.m.

Cuando se desata tu pasión,
salvaje como el mar,
callada como la noche,
no puedo evitar amarte.

Cuando tus pechos
(pequeños como botones de un rosal)
se posan sobre mi pecho
y la media luna de tu vientre
se detiene en el mio,
no puedo evitar amarte.

Cuando tu oleaje rompe contra mi orilla,
cuando tus más fieras mareas
se desatan en besos de sudor y sal,
no puedo evitar amarte.

No puedo evitar amarte
y no pienso encontrar la forma de hacerlo.
Prefiero que tus labios cierren mis ojos
y que tus manos cuiden mi sueño.

Porque, después de todo, no puedo evitar amarte.

lunes, 26 de abril de 2010

Cada vez que me respiras

¿Cuál es el verdadero peso de esta levedad?

Te miro y me reconozco en cada una de tus facciones,
en cada una de tus expresiones.
En cada estremecimiento que sacude tu cuerpo,
en cada aliento.

En el silbido de tu pecho cuando respiras,
en tus labios que se aprietan,
en tus muslos que me abrazan,
en tus ojos que se escapan.

En el calor de tu piel.
En el peso de tu cuerpo sobre mi cuerpo.
En lo diáfano del recuerdo,
en tu sed de mi.

En las palabras que recatas
callando sentimientos
que tus manos pronuncian
sobre mi cuerpo.

¿Cuál es el verdadero peso de esta levedad?
Mirarme en cada parte de ti
y descubrir que, poco a poco,
te haz quedado en cada parte de mi ser.


(Escrito del 26 de abril al 2 de mayo)

lunes, 22 de febrero de 2010

Media Noche / 2010-02-12

¿Por qué habría de esperar que fueras diferente?
¿Qué te hace especial? ¿Qué te distingue de los demás?
¿Por qué una mirada tuya vale más que cualquier otra?
¿Por qué puedes dibujar una sonrisa en mi rostro con sólo mirarme?

¿Acaso puedo ser indiferente ante ti?

Porque ni en la espera pierdo la paciencia
ni en la incertidumbre la esperanza
de un día encontrarme en tus pensamientos,
aferrado, como el más íntimo secreto.

Te espero, porque así lo deseo.

Mentiras Piadosas

Después de todo, ¿qué podría pasar? Nada grave supongo.
Solo te dí lo que querías recibir. Pronuncie aquello que querías escuchar.

La verdad engaña.
La mentira adorna.

¿Qué podría satisfacerte entonces? ¿Qué podría salir de mi boca, que fuera más valioso para ti, que aquellas palabras articuladas con tanta falsedad?

Incluso si hubiera desnudado la verdad ante tus ojos, el vendaje del capricho te habría cegado y no hubieras sido capaz de aceptar más realidad que la querías ver.
Pues bien, he aquí lo que deseabas presenciar:

La mentira prostituida a favor de una verdad incierta.

Que absurdo resulta pensar que tu corazón cegado por el capricho y la vanidad se dedique a rechazar la verdad tan tajantemente, y se resigne a recibir una mentira con piel de cordero, en aras de escuchar aquello que con tanta obstinación deseabas que se te confesara, con tal de culpar a quien es inocente, de fungir de juez y verdugo, sin asomos de justicia y piedad.

No hay peor ciego que el que no quiere ver.
No hay peor sordo que el que no quiere oír.